Saturno: Señor del Karma - 2ᵃ Parte
a cargo de Paolo Crimaldi

En la astrología kármica, como lo comentamos en el artículo anterior, Saturno tiene un valor importante ya que es el planeta que más nos pone en contacto con la experiencia del dolor, del crecimiento, de la soledad existencial y de todos los aspectos más profundos de la vida, lo cual representa una ocasión para deshacerse de hábitos y actitudes aprendidos a lo largo de nuestras existencias pasadas.

Desde luego, tener una oportunidad no implica necesariamente aprovecharla, puesto que hay personas, como por ejemplo los que tienen una personalidad narcisista, que evitan enfrentarse con los núcleos más dolorosos, riesgosos y problemáticos de sí mismos, es decir, con el aspecto inconsciente de la personalidad al que C.G. Jung llamó Sombra.

A lo largo de nuestra existencia hay momentos en los que nos vemos obligados a enfrentarnos con nuestra Sombra, sin embargo, puede que no lo hagamos de la forma correcta; mucho depende de nuestra manera de afrontar la vida, de cuanto estamos dispuestos a cuestionarnos, a escarbar en nuestra psique, a aceptar que no somos como pensamos ser, y a hacernos cargo de los errores cometidos en el pasado (tanto en esta como en otras existencias), intentando modificar nuestras actitudes; el costo psicológico de este cuestionamiento no es bajo, sin embargo, como es sabido desde hace tiempo, lo que Saturno nos quita siempre nos lo devuelve, con la condición de que nos hayamos comprometido de forma madura y seria.

Pues bien, a Saturno junto con Quirón se les describe con dos palabras, sacrificio y deseo. Ambos planetas nos enseñan que el primer paso hacia la plena expansión del Sí-mismo pasa por la ética del sacrificio, que no es de entenderse como moral católica, sino como capacidad de renunciar a todo lo superfluo y vano en la vida con el fin de alcanzar nuestra meta. Deshacernos de las costumbres y de los patrones mentales y de comportamiento no es fácil puesto que, aunque nos causen dolor, representan de alguna manera una parte de nosotros que conocemos y a la que nos aferramos. Tanto Saturno como Quirón nos empujan a romper las cadenas patológicas que nos tienen atados al pasado, enseñándonos que a través del sacrificio es cómo podemos liberarnos y madurar.

Obviamente las modalidades serán diferentes, ya que Saturno usa a menudo la coerción, es decir, hace que nos sintamos obligados a emprender el nuevo camino y a renunciar a lo que tenemos, puesto que logra quitarnos nuestras certezas rápidamente, mientras que Quirón es menos rígido y tiende a cuestionar nuestras certezas empujándonos a abandonar los patrones mentales que obstaculizan el avance de nuestros proyectos existenciales.
Si es cierto que Saturno obliga y Quirón aconseja, es sólo a través de la acción combinada de los dos como es posible emprender un camino evolutivo que, gracias al sacrificio de ciertas partes importantes, nos llevará finalmente a alcanzar uno de los objetivos que decidimos realizar en esta existencia.

Sin embargo, todo lo anterior se puede dar sólo a través del deseo. Pues bien, el desear es la conditio sine qua non de todo proceso de crecimiento y realización personal, puesto que sin deseo ningún proceso de cambio puede empezar.
Saturno nos lleva a desear de forma concreta, adulta, ponderada, ayudándonos a mantener los pies en la tierra, mientras que Quirón nos incita a desear de forma un poco utópica y “metafísica”, llevándonos a contemplar sueños que podrían considerarse vanos e irrealizables. Sin embargo, no se trata simplemente de meros sueños y e ilusiones, sino de una manera de plantearnos objetivos ambiciosos y aumentar nuestra autoestima.

En el próximo capítulo veremos como el ciclo de Saturno pone en marcha unos procesos psicológicos muy importantes que a menudo están ligados a experiencias acumuladas en nuestras vidas anteriores y momentáneamente olvidadas en el subconsciente.